- Tuya es, Señor, la salvación;
¡envía tu bendición sobre tu pueblo! Selah - En paz me acuesto y me duermo,
porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado. - Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor;
por la mañana te presento mis ruegos,
y quedo a la espera de tu respuesta. - Porque tú, Señor, bendices a los justos;
cual escudo los rodeas con tu buena voluntad. - Me pregunto:
«¿Qué es el hombre, para que en él pienses?
¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?» - Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón,
y contar todas tus maravillas. - Quiero alegrarme y regocijarme en ti,
y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo. - El Señor es refugio de los oprimidos;
es su baluarte en momentos de angustia. - En ti confían los que conocen tu nombre,
porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan. - ¡Levántate, Señor!
¡Levanta, oh Dios, tu brazo!
¡No te olvides de los indefensos! - Pero yo confío en tu gran amor;
mi corazón se alegra en tu salvación.
Canto salmos al Señor.
¡El Señor ha sido bueno conmigo! - Solo el de conducta intachable,
que practica la justicia
y de corazón dice la verdad;
que no calumnia con la lengua,
que no le hace mal a su prójimo
ni le acarrea desgracias a su vecino. - Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.
- Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú.
Fuera de ti, no poseo bien alguno». - Siempre tengo presente al Señor;
con él a mi derecha, nada me hará caer. - Me has dado a conocer la senda de la vida;
me llenarás de alegría en tu presencia,
y de dicha eterna a tu derecha. - ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!
El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador;
es mi Dios, el peñasco en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva,
¡mi más alto escondite! - En mi angustia invoqué al Señor;
clamé a mi Dios,
y él me escuchó desde su templo;
¡mi clamor llegó a sus oídos! - Tú eres fiel con quien es fiel,
e irreprochable con quien es irreprochable. - Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida;
tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. - El camino de Dios es perfecto;
la palabra del Señor es intachable.
Escudo es Dios a los que en él se refugian. - ¿Quién es Dios, si no el Señor?
¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? - Tú me cubres con el escudo de tu salvación,
y con tu diestra me sostienes;
tu bondad me ha hecho prosperar.
Me has despejado el camino,
así que mis tobillos no flaquean. - Los cielos cuentan la gloria de Dios,
el firmamento proclama la obra de sus manos.
Un día transmite al otro la noticia,
una noche a la otra comparte su saber. - La ley del Señor es perfecta:
infunde nuevo aliento.
El mandato del Señor es digno de confianza:
da sabiduría al sencillo.