- ¡Levanta la voz, y hazles justicia!
¡Defiende a los pobres y necesitados! - Les aseguro que, si tienen fe y no dudan —les respondió Jesús—, no solo harán lo que he hecho con la higuera, sino que podrán decirle a este monte: “¡Quítate de ahí y tírate al mar!”, y así se hará.
- No va bien con los necios el lenguaje refinado,
ni con los gobernantes, la mentira. - El justo se ve coronado de bendiciones,
pero la boca del malvado encubre violencia. - Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.
- Plata refinada es la lengua del justo;
el corazón del malvado no vale nada. - Bendeciré al Señor en todo tiempo;
mis labios siempre lo alabarán. - El de labios mentirosos disimula su odio,
y el que propaga calumnias es un necio. - Si tu hermano peca, repréndelo; y, si se arrepiente, perdónalo. Aun si peca contra ti siete veces en un día, y siete veces regresa a decirte “Me arrepiento”, perdónalo.
- Sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo ni por la tierra ni por ninguna otra cosa. Que su «sí» sea «sí», y su «no», «no», para que no sean condenados.
- No me he apartado de los mandamientos de sus labios;
en lo más profundo de mi ser
he atesorado las palabras de su boca. - En mi angustia invoqué al Señor;
clamé a mi Dios,
y él me escuchó desde su templo;
¡mi clamor llegó a sus oídos! - Y dijo Dios: «¡Que haya luz!». Y la luz llegó a existir.
- Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo.
- Tal vez te preguntes: “¿Cómo podré reconocer un mensaje que no provenga del Señor?” Si lo que el profeta proclame en nombre del Señor no se cumple ni se realiza, será señal de que su mensaje no proviene del Señor. Ese profeta habrá hablado con presunción. No le temas.
- El Señor aborrece a los de labios mentirosos,
pero se complace en los que actúan con lealtad. - Caí al suelo y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
- En aquel día se dirá:
«Alaben al Señor, invoquen su nombre;
den a conocer entre los pueblos sus obras;
proclamen la grandeza de su nombre.» - Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
- Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón,
y contar todas tus maravillas. - Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno.
- Los chismes son deliciosos manjares;
penetran hasta lo más íntimo del ser. - Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado.
- Entonces oí la voz del Señor que decía:
—¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?
Y respondí:
—Aquí estoy. ¡Envíame a mí! - Pero yo les digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.