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- Bendito es el hombre que confía en el Señor,
cuya confianza es el Señor.
Será como árbol plantado junto al agua,
que extiende sus raíces junto a la corriente;
no temerá cuando venga el calor,
y sus hojas estarán verdes;
en año de sequía no se angustiará
ni cesará de dar fruto. - «Porque yo sé los planes que tengo para vosotros» —declara el Señor— «planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza.»
- Me invocaréis, y vendréis a rogarme, y yo os escucharé.
- Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces.
- Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón.
- He aquí, yo soy el Señor, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para mí?
- ¡Ah, Señor Dios! He aquí, tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; nada es imposible para ti.
- Sáname, oh Señor, y seré sanado;
sálvame y seré salvo,
porque tú eres mi alabanza. - Más engañoso que todo, es el corazón,
y sin remedio;
¿quién lo comprenderá?
Yo, el Señor, escudriño el corazón,
pruebo los pensamientos,
para dar a cada uno según sus caminos,
según el fruto de sus obras. - ¿Podrá alguno esconderse en escondites
de modo que yo no lo vea? —declara el Señor.
¿No lleno yo los cielos y la tierra? —declara el Señor.
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