- Cuando Dios resucitó a su siervo, lo envió primero a ustedes para darles la bendición de que cada uno se convierta de sus maldades.
- Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás gritaba:
—¡Hosanna al Hijo de David!
—¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
—¡Hosanna en las alturas! - En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en cuerpo humano es de Dios; todo profeta que no reconoce a Jesús no es de Dios, sino del anticristo. Ustedes han oído que este viene; en efecto, ya está en el mundo.
- Aquellos de entre ustedes que tratan de ser justificados por la ley han roto con Cristo; han caído de la gracia.
- Después tomó la copa, dio gracias, y se la ofreció diciéndoles: —Beban de ella todos ustedes. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados.
- Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles: —Tomen y coman; esto es mi cuerpo.
- De él dan testimonio todos los profetas, que todo el que cree en él recibe, por medio de su nombre, el perdón de los pecados.
- Y una voz del cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».
- Jesús recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y dolencia entre la gente.
- Él es la cabeza del cuerpo,
que es la iglesia.
Él es el principio,
el primogénito de la resurrección,
para ser en todo el primero.