- Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.
- Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén.
- Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen.
- Cuando Dios resucitó a su siervo, lo envió primero a ustedes para darles la bendición de que cada uno se convierta de sus maldades.
- Cumple los mandatos del Señor tu Dios; sigue sus sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales están escritos en la ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por dondequiera que vayas.
- Y ahora, Israel, ¿qué te pide el Señor tu Dios? Simplemente que le temas y andes en todos sus caminos, que lo ames y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma, y que cumplas los mandamientos y los preceptos que hoy te manda cumplir, para que te vaya bien.
- Dichosos los que lloran,
porque serán consolados. - Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que escogió por su heredad. - En la lengua hay poder de vida y muerte;
quienes la aman comerán de su fruto. - Si no me hacen caso ni se deciden a honrar mi nombre —dice el Señor Todopoderoso—, les enviaré una maldición, y maldeciré sus bendiciones. Ya las he maldecido, porque ustedes no se han decidido a honrarme.
- Porque tú, Señor, bendices a los justos;
cual escudo los rodeas con tu buena voluntad. - Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan.
- Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.
- Que irradie tu faz sobre tu siervo;
por tu gran amor, sálvame. - Él reserva su ayuda para la gente íntegra
y protege a los de conducta intachable. - Escucha, hijo mío, acoge mis palabras,
y los años de tu vida aumentarán. - Dichoso aquel
a quien se le perdonan sus transgresiones,
a quien se le borran sus pecados. - Si el pobre recurría a mí, yo lo ponía a salvo,
y también al huérfano si no tenía quien lo ayudara.
Me bendecían los desahuciados;
¡por mí gritaba de alegría
el corazón de las viudas! - Señor, ¡danos la salvación!
Señor, ¡concédenos la victoria!
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Desde la casa del Señor los bendecimos. - Me pregunto:
«¿Qué es el hombre, para que en él pienses?
¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?» - Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo. Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo.
- Si se conducen según mis estatutos, y obedecen fielmente mis mandamientos, yo les enviaré lluvia a su tiempo, y la tierra y los árboles del campo darán sus frutos.
- Dichosos ustedes cuando los odien,
cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien
por causa del Hijo del hombre. - Y, por haberse mostrado temerosas de Dios, les concedió tener muchos hijos.
- Después de haber orado Job por sus amigos, el Señor lo hizo prosperar de nuevo y le dio dos veces más de lo que antes tenía.