- Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús.
- Toda tú eres bella, amada mía;
no hay en ti defecto alguno. - «Todo me está permitido», pero no todo es para mi bien. «Todo me está permitido», pero no dejaré que nada me domine.
- No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí.
- Me doy prisa, no tardo nada
para cumplir tus mandamientos. - No uses el nombre del Señor tu Dios en falso. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a usar mi nombre en falso.
- Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan.
- Si el Señor no edifica la casa,
en vano se esfuerzan los albañiles.
Si el Señor no cuida la ciudad,
en vano hacen guardia los vigilantes. - Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben.
- En mi corazón atesoro tus dichos
para no pecar contra ti. - No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra.
- ¿Quién es Dios, si no el Señor?
¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? - ¿Podrá el hombre hallar un escondite
donde yo no pueda encontrarlo?
—afirma el Señor—.
¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra?
—afirma el Señor—. - Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios.
- Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta.
- El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?
- No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.
- Pero los que confían en el Señor
renovarán sus fuerzas;
volarán como las águilas:
correrán y no se fatigarán,
caminarán y no se cansarán. - ¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —le contestó Jesús.
- No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.
- No se asusten —les dijo—. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron.
- Mi enseñanza no es mía —replicó Jesús—, sino del que me envió.
- No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca.
- ¡Vuelve, apóstata Israel!
No te miraré con ira
—afirma el Señor—.
No te guardaré rencor para siempre,
porque soy misericordioso
—afirma el Señor—. - Pero les digo la verdad: Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes.