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Versículos de la Biblia sobre 'Sabe'

  • El que sabe hacer lo bueno y no lo hace, comete pecado.
  • El Señor sabe librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio.
  • Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
  • Tú formaste mis entrañas;
    me hiciste en el vientre de mi madre.
    Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras;
    estoy maravillado
    y mi alma lo sabe muy bien.
  • Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
  • Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.
  • Porque nada hay encubierto que no haya de descubrirse, ni oculto que no haya de saberse.
  • Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros.
  • Pues aún no está la palabra en mi lengua
    y ya tú, Jehová, la sabes toda.
  • ¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios está en vosotros?
  • El necio da rienda suelta a toda su ira,
    pero el sabio, al fin, la apacigua.
  • Como ciudad destruida y sin murallas
    es el hombre que no pone freno a su espíritu.
  • Permanezca el amor fraternal. No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.
  • ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
  • Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
  • Pues en la mucha sabiduría hay mucho sufrimiento;
    y quien añade ciencia, añade dolor.
  • Acerca, pues, de los alimentos que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios.
  • Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.
  • El que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
  • Los labios del justo saben decir lo que agrada,
    mas la boca de los malvados habla perversidades.
  • Él revela lo profundo y lo escondido,
    conoce lo que está en tinieblas
    y con él mora la luz.
  • Sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos, eterna, en los cielos.
  • Jesús decía:
    —Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
    Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
  • ¡Volveos a mi reprensión!,
    pues ciertamente yo derramaré mi espíritu sobre vosotros
    y os haré saber mis palabras.
  • Así será para ti el conocimiento de la sabiduría:
    si la hallas tendrás recompensa
    y al fin tu esperanza no será frustrada.
  • ¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios.
  • Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
  • De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
  • Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero Dios y la vida eterna.
  • Hazme oír por la mañana tu misericordia,
    porque en ti he confiado.
    Hazme saber el camino por donde ande,
    porque hacia ti he elevado mi alma.
  • Examinaos a vosotros mismos, para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos? ¿No sabéis que Jesucristo está en vosotros? ¡A menos que estéis reprobados!
  • Mas él conoce mi camino:
    si me prueba, saldré como el oro.
    Mis pies han seguido sus pisadas;
    permanecí en su camino, sin apartarme de él.
  • Porque ¿quién de entre los hombres conoce las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
  • Así como tú no sabes cuál es el camino del viento ni cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así también ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
  • Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
  • En el día del bien goza del bien, y en el día de la adversidad, reflexiona. Dios hizo tanto el uno como el otro, a fin de que el hombre no sepa qué trae el futuro.
  • Sabed, pues, esto, hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que no pudisteis ser justificados por la Ley de Moisés, en él es justificado todo aquel que cree.
  • Pues ya sabéis que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir (la cual recibisteis de vuestros padres) no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
  • Te afligió, te hizo pasar hambre y te sustentó con maná, comida que ni tú ni tus padres habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.
  • ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.