- En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios.
- Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».
- El Señor ama a los que odian el mal;
él protege la vida de sus fieles,
y los libra de manos de los impíos. - La casa y el dinero se heredan de los padres,
pero la esposa inteligente es un don del Señor. - Pero de una cosa estoy seguro:
he de ver la bondad del Señor
en esta tierra de los vivientes. - ¡Lávense, límpiense!
¡Aparten de mi vista sus obras malvadas!
¡Dejen de hacer el mal! - Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque el reino de los cielos les pertenece. - Por eso les digo que a todos se les podrá perdonar todo pecado y toda blasfemia, pero la blasfemia contra el Espíritu no se le perdonará a nadie.
- Los ricos son los amos de los pobres;
los deudores son esclavos de sus acreedores. - La memoria de los justos es una bendición,
pero la fama de los malvados será pasto de los gusanos. - Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan.
- El Señor protege al extranjero
y sostiene al huérfano y a la viuda,
pero frustra los planes de los impíos. - Desde entonces comenzó Jesús a predicar: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».
- No se dejen engañar de ninguna manera, porque primero tiene que llegar la rebelión contra Dios y manifestarse el hombre de maldad, el destructor por naturaleza. Este se opone y se levanta contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de adoración, hasta el punto de adueñarse del templo de Dios y pretender ser Dios.
- Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción.
- Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces.
- Dichosos ustedes cuando los odien,
cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien
por causa del Hijo del hombre. - Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración.
- De hecho, ya que la muerte vino por medio de un hombre, también por medio de un hombre viene la resurrección de los muertos.
- Jesús dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos».
- Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
- Ustedes son la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.
- Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos; pero el que los practique y enseñe será considerado grande en el reino de los cielos.
- El Señor me librará de todo mal y me preservará para su reino celestial. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
- Esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación.