- Bendeciré al Señor en todo tiempo;
mis labios siempre lo alabarán. - Busqué al Señor, y él me respondió;
me libró de todos mis temores. - Este pobre clamó, y el Señor le oyó
y lo libró de todas sus angustias. - Prueben y vean que el Señor es bueno;
dichosos los que en él se refugian. - Los leoncillos se debilitan y tienen hambre,
pero a los que buscan al Señor nada les falta. - Que refrene su lengua de hablar el mal
y sus labios de proferir engaños. - Que se aparte del mal y haga el bien;
que busque la paz y la siga. - Los ojos del Señor están sobre los justos,
y sus oídos, atentos a sus oraciones. - El rostro del Señor está contra los que hacen el mal,
para borrar de la tierra su memoria. - Los justos claman, y el Señor los oye;
los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca de los quebrantados de corazón,
y salva a los de espíritu abatido. - Muchas son las angustias del justo,
pero el Señor lo librará de todas ellas. - El Señor libra a sus siervos;
no serán condenados los que en él confían. - Confía en el Señor y haz el bien;
establécete en la tierra y mantente fiel. - Deléitate en el Señor,
y él te concederá los deseos de tu corazón. - Encomienda al Señor tu camino;
confía en él, y él actuará.
Hará que tu justicia resplandezca como el alba;
tu justa causa, como el sol de mediodía. - Guarda silencio ante el Señor,
y espera en él con paciencia;
no te irrites ante el éxito de otros,
de los que maquinan planes malvados. - Más vale lo poco de un justo
que lo mucho de innumerables malvados;
porque el brazo de los impíos será quebrado,
pero el Señor sostendrá a los justos. - Los malvados piden prestado y no pagan,
pero los justos dan con generosidad. - El Señor afirma los pasos del hombre
cuando le agrada su modo de vivir. - Porque el Señor ama la justicia
y no abandona a quienes le son fieles.
El Señor los protegerá para siempre,
pero acabará con la descendencia de los malvados. - Ante ti, Señor, están todos mis deseos;
no te son un secreto mis anhelos. - Señor, escucha mi oración,
atiende a mi clamor;
no cierres tus oídos a mi llanto.
Ante ti soy un extraño,
un peregrino, como todos mis antepasados. - Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad;
tu ley la llevo dentro de mí. - No me niegues, Señor, tu misericordia;
que siempre me protejan tu amor y tu verdad. - Cual ciervo jadeante en busca del agua,
así te busca, oh Dios, todo mi ser.