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Jesús (2/8)

  • Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, a la cual en verdad fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.
  • En verdad, en verdad os digo: el que recibe al que yo envíe, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.
  • El cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
  • Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.
  • Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya.
  • De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas.
  • Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.
  • Yo soy la puerta; si alguno entra por mí, será salvo; y entrará y saldrá y hallará pasto.
  • Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros.
  • Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
  • Sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.
  • Si me amáis, guardaréis mis mandamientos.
  • Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que Él ha enviado.
  • Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado,
    y la soberanía reposará sobre sus hombros;
    y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso,
    Padre Eterno, Príncipe de Paz.
  • Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en Él, y habéis sido hechos completos en Él, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad.
  • Por tanto, hermanos, sabed que por medio de Él os es anunciado el perdón de los pecados; y que de todas las cosas de que no pudisteis ser justificados por la ley de Moisés, por medio de Él, todo aquel que cree es justificado.
  • Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
  • Si el mundo os odia, sabéis que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
  • Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
  • Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra.
  • El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.
  • Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.
  • Fue despreciado y desechado de los hombres,
    varón de dolores y experimentado en aflicción;
    y como uno de quien los hombres esconden el rostro,
    fue despreciado, y no le estimamos.
  • Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo.
  • Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia.

Sin embargo, para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y nosotros somos para Él; y un Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por medio del cual existimos nosotros.
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