- Rásguense el corazón
 y no las vestiduras.
 Vuélvanse al Señor su Dios,
 porque él es misericordioso y compasivo,
 lento para la ira y lleno de amor,
 cambia de parecer y no castiga.
- «Ahora bien», afirma el Señor,
 «vuélvanse a mí de todo corazón,
 con ayuno, llantos y lamentos».
- La vid se secó
 y la higuera se marchitó;
 el granado, la palmera, el manzano
 y todos los árboles del campo se secaron.
 Y hasta la alegría de la gente
 se marchitó.






