- De hecho, Cristo es el fin de la ley, para que todo el que cree reciba la justicia.
- Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano.
- Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley, sino bajo la gracia.
- Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.
- ¿Qué concluiremos? ¿Que la ley es pecado? ¡De ninguna manera! Sin embargo, si no fuera por la ley, no me habría dado cuenta de lo que es el pecado. Por ejemplo, nunca habría sabido yo lo que es codiciar si la ley no hubiera dicho: «No codicies».
- El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley.
- Cumple los mandatos del Señor tu Dios; sigue sus sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales están escritos en la ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por dondequiera que vayas.
- No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes.
- Porque los mandamientos que dicen: «No cometas adulterio», «No mates», «No robes», «No codicies», y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: «Ama a tu prójimo como a ti mismo».
- El Señor les dio a conocer su pacto, los diez mandamientos, los cuales escribió en dos tablas de piedra y les ordenó que los pusieran en práctica.
- Los que aman tu ley disfrutan de gran bienestar,
y nada los hace tropezar. - El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley.
- Aquellos de entre ustedes que tratan de ser justificados por la ley han roto con Cristo; han caído de la gracia.
- No me ofendan; no se hagan dioses de plata o de oro, ni los adoren.
- El que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. ¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio.
- Por tanto, hermanos, sepan que por medio de Jesús se les anuncia a ustedes el perdón de los pecados. Ustedes no pudieron ser justificados de esos pecados por la ley de Moisés, pero todo el que cree es justificado por medio de Jesús.
- Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
- Cumple cuidadosamente los mandamientos del Señor tu Dios, y los mandatos y preceptos que te ha dado.
- Me regocijo en el camino de tus estatutos
más que en todas las riquezas. - Hemos pecado y hecho lo malo; hemos sido malvados y rebeldes; nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus leyes.
- No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos, sino a darles cumplimiento.
- Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
- La ley del Señor es perfecta:
infunde nuevo aliento.
El mandato del Señor es digno de confianza:
da sabiduría al sencillo. - No hay más que un solo legislador y juez, aquel que puede salvar y destruir. Tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?
- El de sabio corazón acata las órdenes,
pero el necio y rezongón va camino al desastre.