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Adoración (2/3)

  • Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia; además, es capaz de humillar a los soberbios.
  • Clamé a él con mi boca;
    lo alabé con mi lengua.
  • Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.
  • Grande es el Señor y digno de toda alabanza;
    su grandeza es insondable.
  • Y oí a cuanta criatura hay en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar, a todos en la creación, que cantaban: «¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!».
  • De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
  • Bendeciré al Señor en todo tiempo;
    lo alabarán siempre mis labios.
  • Yo amo al Señor
    porque él escucha mi voz de súplica.
    Por cuanto él inclina a mí su oído,
    lo invocaré toda mi vida.
  • Pero yo confío en tu gran amor;
    mi corazón se alegra en tu salvación.
    Cantaré salmos al Señor,
    porque ha sido bueno conmigo.
  • Los cielos cuentan la gloria de Dios;
    la expansión proclama la obra de sus manos.
    Un día transmite el mensaje al otro día;
    una noche a la otra comparte sabiduría.
  • Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón.
  • ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen con su cuerpo a Dios.
  • ¿Quién es este Rey de la gloria?
    Es el Señor de los Ejércitos;
    ¡él es el Rey de la gloria! Selah
  • Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón,
    y contar todas tus maravillas.
  • La gloria, Señor, no es para nosotros;
    no es para nosotros, sino para tu nombre,
    por causa de tu gran amor y tu fidelidad.
  • Te alabaré, Señor, entre los pueblos;
    te cantaré salmos entre las naciones.
  • Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra.
  • Bendito sea el Señor, nuestro Dios y Salvador,
    que día tras día sobrelleva nuestras cargas. Selah
  • Gritarán de júbilo mis labios
    cuando yo te cante salmos,
    pues me has salvado la vida.
  • Te exaltaré, mi Dios y rey;
    por siempre bendeciré tu nombre.
  • ¿A quién tengo en el cielo sino a ti?
    Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra.
  • En aquel día dirán:
    «Alaben al Señor, invoquen su nombre;
    den a conocer entre los pueblos sus obras;
    proclamen la grandeza de su nombre.»
  • Esta es la oración al Dios de mi vida:
    que de día el Señor envíe su amor
    y de noche su canto me acompañe.
  • Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
  • ¡Sé exaltado, oh Dios, sobre los cielos!
    ¡Alza tu gloria sobre toda la tierra!

En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios.
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