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Versículos de la Biblia sobre 'Compasión'

  • Sin embargo, es tal tu compasión que no los destruiste ni abandonaste, porque eres Dios misericordioso y compasivo.
  • Por el gran amor del Señor no hemos sido consumidos
    y su compasión jamás se agota.
    Cada mañana se renuevan sus bondades;
    ¡muy grande es su fidelidad!
  • Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad;
    por eso se levanta para mostrarles compasión.
    Porque el Señor es un Dios de justicia.
    ¡Dichosos todos los que en él esperan!
  • Que abandone el malvado su camino
    y el perverso sus pensamientos.
    Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios,
    que es generoso para perdonar
    y de él recibirá compasión.
  • Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?
  • Así dice el Señor de los Ejércitos:
    “Juzguen con verdadera justicia;
    muestren amor y compasión
    los unos por los otros.
    No opriman a las viudas ni a los huérfanos,
    ni a los extranjeros, ni a los pobres.
    No maquinen el mal en su corazón
    los unos contra los otros”.
  • En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura y además pacífica, respetuosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera.
  • El día que yo actúe ellos serán mi propiedad exclusiva —dice el Señor de los Ejércitos—. Tendré compasión de ellos, como se compadece un hombre del hijo que le sirve.
  • Yo fortaleceré a Judá
    y salvaré a las tribus de José.
    Yo los restauraré
    porque tengo compasión de ellos.
    Será como si nunca los hubiera rechazado,
    porque yo soy el Señor su Dios,
    y les responderé.
  • Por lo tanto, como pueblo escogido de Dios, santo y amado, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia.
  • En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”.
  • Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
  • En los dominios de la muerte, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham y a Lázaro junto a él. Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten compasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego”.
  • No me niegues, Señor, tu misericordia;
    que siempre me protejan tu amor y tu verdad.
  • En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes.
  • Al amigo que sufre no se le niega la lealtad,
    aunque se haya apartado del temor al Todopoderoso.
  • Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.
  • «Aunque cambien de lugar las montañas
    y se tambaleen las colinas,
    no cambiará mi fiel amor por ti
    ni vacilará mi pacto de paz»,
    dice el Señor, que de ti se compadece.
  • Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.
  • Ten piedad de mí, oh Dios,
    conforme a tu gran amor;
    conforme a tu misericordia,
    borra mis transgresiones.
    Lávame de toda mi maldad
    y límpiame de mi pecado.
  • ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho
    y dejar de amar al hijo que ha dado a luz?
    Aun cuando ella lo olvidara,
    ¡yo no te olvidaré!
    Grabada te llevo en las palmas de mis manos;
    tus muros siempre los tengo presentes.
  • Acuérdate, Señor, de tu misericordia y gran amor,
    que siempre me has mostrado.
    Olvida los pecados y las transgresiones
    que cometí en mi juventud.
    Acuérdate de mí según tu gran amor,
    porque tú, Señor, eres bueno.
  • Tan compasivo es el Señor con los que le temen
    como lo es un padre con sus hijos.
  • Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.
  • Vuelve a compadecerte de nosotros.
    Pon tu pie sobre nuestras maldades
    y arroja al fondo del mar todos nuestros pecados.