- Alaba, alma mía, al Señor;
alabe todo mi ser su santo nombre. - Porque esta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren.
- Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
- Sean ustedes santos, porque yo, el Señor, soy santo, y los he distinguido entre las demás naciones, para que sean míos.
- El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor;
conocer al Santo es tener discernimiento. - Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.
- El fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad.
- Porque sé que, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo, todo esto resultará en mi liberación.
- Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu.
- En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios.
- Nadie es santo como el Señor;
no hay roca como nuestro Dios.
¡No hay nadie como él! - Que la gracia del Señor Jesucristo sea con su espíritu.
- Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor.
- Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.
- El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.
- El que le suple semilla al que siembra también le suplirá pan para que coma, aumentará los cultivos y hará que ustedes produzcan una abundante cosecha de justicia.
- Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios.
- Si esto es así, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente!
- Dichosos los pobres en espíritu,
porque el reino de los cielos les pertenece. - Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!»
- «Si dejas de profanar el sábado,
y no haces negocios en mi día santo;
si llamas al sábado “delicia”,
y al día santo del Señor, “honorable”;
si te abstienes de profanarlo,
y lo honras no haciendo negocios
ni profiriendo palabras inútiles,
entonces hallarás tu gozo en el Señor;
sobre las cumbres de la tierra te haré cabalgar,
y haré que te deleites
en la herencia de tu padre Jacob».
El Señor mismo lo ha dicho. - Que la gracia del Señor Jesucristo sea con su espíritu. Amén.
- Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
- En la lengua hay poder de vida y muerte;
quienes la aman comerán de su fruto. - Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa.