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Versículos de la Biblia sobre 'Miedo'

  • Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.
  • El Señor está conmigo, y no tengo miedo;
    ¿qué me puede hacer un simple mortal?
  • Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.
  • No tengan miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino.
  • Al oír esto, Jesús le dijo a Jairo: —No tengas miedo; cree nada más, y ella será sanada.
  • Los discípulos, al verlo caminar sobre el agua, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, llenos de miedo por lo que veían. Pero él habló en seguida con ellos y les dijo: «¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo».
  • Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará.
  • Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!»
  • Confío en Dios y alabo su palabra;
    confío en Dios y no siento miedo.
    ¿Qué puede hacerme un simple mortal?
  • Así que no temas, porque yo estoy contigo;
    no te angusties, porque yo soy tu Dios.
    Te fortaleceré y te ayudaré;
    te sostendré con mi diestra victoriosa.
  • No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
  • Porque yo soy el Señor, tu Dios,
    que sostiene tu mano derecha;
    yo soy quien te dice:
    “No temas, yo te ayudaré”.
  • Sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.
  • ¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; y él les tiene contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza. Así que no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.
  • Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
  • No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
  • Aun si voy por valles tenebrosos,
    no temo peligro alguno
    porque tú estás a mi lado;
    tu vara de pastor me reconforta.
  • Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.
  • Temer a los hombres resulta una trampa,
    pero el que confía en el Señor sale bien librado.
  • El Señor es mi luz y mi salvación;
    ¿a quién temeré?
    El Señor es el baluarte de mi vida;
    ¿quién podrá amedrentarme?
  • Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo.»
  • Busqué al Señor, y él me respondió;
    me libró de todos mis temores.
  • La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.
  • El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes.
  • No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí.
  • Así que podemos decir con toda confianza:
    «El Señor es quien me ayuda; no temeré.
    ¿Qué me puede hacer un simple mortal?»
  • ¿No se venden cinco gorriones por dos moneditas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. Así mismo sucede con ustedes: aun los cabellos de su cabeza están contados. No tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.
  • El ángel dijo a las mujeres: —No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron.
  • ¡Dichosos si sufren por causa de la justicia! «No teman lo que ellos temen, ni se dejen asustar».
  • Tan compasivo es el Señor con los que le temen
    como lo es un padre con sus hijos.
  • Las costumbres de los pueblos
    no tienen valor alguno.
    Cortan un tronco en el bosque,
    y un artífice lo labra con un cincel.
    Lo adornan con oro y plata,
    y lo afirman con clavos y martillo
    para que no se tambalee.
    Sus ídolos no pueden hablar;
    ¡parecen espantapájaros
    en un campo sembrado de melones!
    Tienen que ser transportados,
    porque no pueden caminar.
    No les tengan miedo,
    que ningún mal pueden hacerles,
    pero tampoco ningún bien.
  • Soy yo mismo el que los consuela.
    ¿Quién eres tú, que temes a los hombres,
    a simples mortales, que no son más que hierba?
  • Aun cuando un ejército me asedie,
    no temerá mi corazón;
    aun cuando una guerra estalle contra mí,
    yo mantendré la confianza.
  • Cuán grande es tu bondad,
    que atesoras para los que te temen,
    y que a la vista de la gente derramas
    sobre los que en ti se refugian.
  • No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.
  • Con su riqueza el rico pone a salvo su vida,
    pero al pobre no hay ni quien lo amenace.