- Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.
- Enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios.
Que tu buen Espíritu me guíe
por un terreno sin obstáculos. - No tengan miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino.
- Me deleito mucho en el Señor;
me regocijo en mi Dios.
Porque él me vistió con ropas de salvación
y me cubrió con el manto de la justicia.
Soy semejante a un novio que luce su diadema,
o una novia adornada con sus joyas. - Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor,
ni te ofendas por sus reprensiones.
Porque el Señor disciplina a los que ama,
como corrige un padre a su hijo querido. - Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón.
- Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.
- Nosotros amamos porque él nos amó primero.
- Porque mis pensamientos no son los de ustedes,
ni sus caminos son los míos
—afirma el Señor—. - Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, de la que dan testimonio la ley y los profetas. Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción.
- No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.
- Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley, sino bajo la gracia.
- Porque a ustedes se les ha concedido no solo creer en Cristo, sino también sufrir por él.
- Cuando hagas un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque a Dios no le agradan los necios. Cumple tus votos.
- Porque yo soy el Señor, tu Dios,
que sostiene tu mano derecha;
yo soy quien te dice:
“No temas, yo te ayudaré”. - Porque, si uno lo hace de buena voluntad, lo que da es bien recibido según lo que tiene, y no según lo que no tiene.
- Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”.
- Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca.
- Sin embargo, es tal tu compasión
que no los destruiste ni abandonaste,
porque eres Dios clemente y compasivo. - ¿Qué concluiremos? ¿Que la ley es pecado? ¡De ninguna manera! Sin embargo, si no fuera por la ley, no me habría dado cuenta de lo que es el pecado. Por ejemplo, nunca habría sabido yo lo que es codiciar si la ley no hubiera dicho: «No codicies».
- Dichosos los que lloran,
porque serán consolados. - ¡Alaben al Señor porque él es bueno,
y su gran amor perdura para siempre! - Viviré con toda libertad,
porque he buscado tus preceptos. - Tú creaste mis entrañas;
me formaste en el vientre de mi madre.
¡Te alabo porque soy una creación admirable!
¡Tus obras son maravillosas,
y esto lo sé muy bien! - Tú me cubres con el escudo de tu salvación,
y con tu diestra me sostienes;
tu bondad me ha hecho prosperar.
Me has despejado el camino,
así que mis tobillos no flaquean.