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Versículos de la Biblia sobre 'Quien'

  • Pues, ¿quién es Dios, fuera del Señor?
    ¿Y quién es roca, sino solo nuestro Dios?
  • Pues ¿quién es Dios, fuera del Señor?
    ¿Y quién es roca, sino solo nuestro Dios?
  • El Señor es mi luz y mi salvación;
    ¿a quién temeré?
    El Señor es la fortaleza de mi vida;
    ¿de quién tendré temor?
  • Y oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí: Heme aquí; envíame a mí.
  • ¿Y quién os podrá hacer daño si demostráis tener celo por lo bueno?
  • Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.
  • ¿Quién lo ha hecho y lo ha realizado,
    llamando a las generaciones desde el principio?
    Yo, el Señor, soy el primero, y con los postreros soy.
  • ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
  • Pero ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para que podamos ofrecer tan generosamente todo esto? Porque de ti proceden todas las cosas, y de lo recibido de tu mano te damos.
  • Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
  • ¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti?
    Y fuera de ti, nada deseo en la tierra.
  • No niegues el bien a quien se le debe,
    cuando esté en tu mano el hacerlo.
  • ¿Quién es este Rey de la gloria?
    El Señor de los ejércitos,
    Él es el Rey de la gloria. (Selah)
  • Mujer hacendosa, ¿quién la hallará?
    Su valor supera en mucho al de las joyas.
  • Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
  • He aquí, cuán bienaventurado es el hombre a quien Dios reprende;
    no desprecies, pues, la disciplina del Todopoderoso.
  • Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido.
  • Porque en la mucha sabiduría hay mucha angustia,
    y quien aumenta el conocimiento, aumenta el dolor.
  • ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Que muestre por su buena conducta sus obras en mansedumbre de sabiduría.
  • ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
  • Solo hay un dador de la ley y juez, que es poderoso para salvar y para destruir; pero tú, ¿quién eres que juzgas a tu prójimo?
  • Hijo mío, no rechaces la disciplina del Señor
    ni aborrezcas su reprensión,
    porque el Señor a quien ama reprende,
    como un padre al hijo en quien se deleita.
  • Sin embargo, para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y nosotros somos para Él; y un Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por medio del cual existimos nosotros.
  • Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar.
  • Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
  • Yo, yo soy vuestro consolador.
    ¿Quién eres tú que temes al hombre mortal,
    y al hijo del hombre que como hierba es tratado?
  • Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.
  • Quien es sabio, que entienda estas cosas;
    quien es prudente, que las comprenda.
    Porque rectos son los caminos del Señor,
    y los justos andarán por ellos;
    pero los transgresores tropezarán en ellos.
  • Pero el que se gloría, que se gloríe en el Señor. Porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien el Señor alaba.
  • Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.
  • El que habita al abrigo del Altísimo
    morará a la sombra del Omnipotente.
    Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía,
    mi Dios, en quien confío.
  • Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados.
  • ¿Quién eres tú para juzgar al criado de otro? Para su propio amo está en pie o cae, y en pie se mantendrá, porque poderoso es el Señor para sostenerlo en pie.
  • Cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, es decir, el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí.
  • Porque, ¿quién de vosotros, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla?
  • Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: «Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre Él, este es el que bautiza en el Espíritu Santo».
  • A quien sin haberle visto, le amáis, y a quien ahora no veis, pero creéis en Él, y os regocijáis grandemente con gozo inefable y lleno de gloria, obteniendo, como resultado de vuestra fe, la salvación de vuestras almas.
  • Igualmente, a todo hombre a quien Dios ha dado riquezas y bienes, lo ha capacitado también para comer de ellos, para recibir su recompensa y regocijarse en su trabajo: esto es don de Dios.
  • Fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro.
  • Mientras estaba aún hablando, he aquí, una nube luminosa los cubrió; y una voz salió de la nube, diciendo: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido; a Él oíd.
  • Pero fiel es el Señor quien os fortalecerá y protegerá del maligno.
  • Porque entre los hombres, ¿quién conoce los pensamientos de un hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Asimismo, nadie conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios.
  • Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, armaos también vosotros con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado.
  • Porque yo soy el Señor tu Dios, que sostiene tu diestra,
    que te dice: «No temas, yo te ayudaré».
  • Más engañoso que todo, es el corazón,
    y sin remedio;
    ¿quién lo comprenderá?
    Yo, el Señor, escudriño el corazón,
    pruebo los pensamientos,
    para dar a cada uno según sus caminos,
    según el fruto de sus obras.
  • No tomarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque el Señor no tendrá por inocente a quien tome su nombre en vano.
  • Él es quien revela lo profundo y lo escondido;
    conoce lo que está en tinieblas,
    y la luz mora con Él.
  • Quien se dio a sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para si un pueblo para posesión suya, celoso de buenas obras.
  • Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo.
  • Y si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al Señor.