Versículos de la Biblia sobre 'Yo'
- Aun en la vejez, cuando ya peinen canas,
yo seré el mismo, yo los sostendré.
Yo los hice y cuidaré de ustedes;
los sostendré y los libraré. - Porque yo soy el Señor tu Dios,
que sostiene tu mano derecha;
yo soy quien te dice:
“No temas, yo te ayudaré”. - Les aseguro que el que cree en mí también hará las obras que yo hago y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.
- El Señor dice:
«Yo te instruiré,
yo te mostraré el camino que debes seguir;
yo te daré consejos y velaré por ti.» - Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor;
yo espero en el Dios de mi salvación.
¡Mi Dios me escuchará! - Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.
- «¿Podrá el hombre hallar un escondite
donde yo no pueda encontrarlo?»,
afirma el Señor.
«¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra?»,
afirma el Señor. - Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.
- El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
- Obedezcan mis mandamientos y pónganlos por obra. Yo soy el Señor.
- Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Podrá entrar y salir con libertad y hallará pastos.
- Yo sé que mi Redentor vive
y que al final se levantará sobre el polvo. - Entonces ustedes me invocarán, vendrán a suplicarme y yo los escucharé.
- Yo soy el Señor su Dios. Sigan mis estatutos, obedezcan mis leyes y observen mis sábados como días consagrados a mí, como señal entre ustedes y yo, para que reconozcan que yo soy el Señor su Dios.
- Pero yo soy el Señor tu Dios
desde que estabas en Egipto.
No conocerás a otro dios fuera de mí
ni hay otro salvador que no sea yo. - Yo les he dado a conocer tu nombre y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo mismo esté en ellos.
- Así que no temas, porque yo estoy contigo;
no te angusties, porque yo soy tu Dios.
Te fortaleceré y te ayudaré;
te sostendré con la diestra de mi justicia. - Observen mis sábados y muestren reverencia por mi santuario. Yo soy el Señor.
- Y este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado.
- Yo fortaleceré a Judá
y salvaré a las tribus de José.
Yo los restauraré
porque tengo compasión de ellos.
Será como si nunca los hubiera rechazado,
porque yo soy el Señor su Dios,
y les responderé. - Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí?
- Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso.
- Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.
- Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne y lo daré para que el mundo viva.
- Soy yo mismo el que los consuela.
¿Quién eres tú, que temes a los hombres,
a simples mortales, que no son más que hierba? - Yo los bautizo a ustedes con agua como señal de su arrepentimiento. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo y ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
- Pero yo digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen.
- Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
- Yo había convenido con mis ojos
no mirar con lujuria a ninguna mujer joven. - Yo soy el camino, la verdad y la vida —contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.
- Y yo pediré al Padre y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre.
- Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.
- Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete.
- “Vuélvanse a mí,
y yo me volveré a ustedes”,
afirma el Señor de los Ejércitos. - No añadan ni quiten palabra alguna a esto que yo les ordeno. Más bien, cumplan los mandamientos del Señor su Dios.
- ¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.
- Así que yo digo: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.
- Yo les doy vida eterna y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. El Padre y yo somos uno.
- Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí vivirá por mí.
- Pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.
- ¿Quién realizó esto? ¿Quién lo hizo posible?
¿Quién llamó a las generaciones desde el principio?
Yo, el Señor, estoy con los primeros
y estaré con los últimos. - Adora al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. Yo apartaré de ustedes toda enfermedad.
- Yo no quiero la muerte de nadie. ¡Conviértanse y vivirán!, afirma el Señor y Dios.
- Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios.
¡Seré exaltado entre las naciones!
¡Seré enaltecido en la tierra! - A él le toca crecer y a mí, menguar.
- Lo que sí ordené fue lo siguiente: ‘Obedézcanme. Así yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo. Condúzcanse conforme a todo lo que yo ordene, a fin de que les vaya bien’.
- Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
- Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú.
Fuera de ti, no poseo bien alguno». - Pero yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado.
- Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios
y cánticos de gratitud.
Cumpliré las promesas que te hice.
¡La salvación viene del Señor!






