- Desde mi angustia clamé al Señor,
y él respondió dándome libertad. - El Señor está conmigo, y no tengo miedo;
¿qué me puede hacer un simple mortal? - Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en el hombre. - Este es el día en que el Señor actuó;
regocijémonos y alegrémonos en él. - Señor, ¡danos la salvación!
Señor, ¡concédenos la victoria!
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Desde la casa del Señor los bendecimos.