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Corazón (4/4)

  • Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.
  • Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno? ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? ¡No has mentido a los hombres, sino a Dios!
  • Pon tu esperanza en el Señor;
    ten valor, cobra ánimo;
    ¡pon tu esperanza en el Señor!
  • Porque lo dice el excelso y sublime,
    el que vive para siempre, cuyo nombre es santo:
    «Yo habito en un lugar santo y sublime,
    pero también con el contrito y humilde de espíritu,
    para reanimar el espíritu de los humildes
    y alentar el corazón de los quebrantados.»
  • ¿Tampoco ustedes pueden entenderlo? —les dijo—. ¿No se dan cuenta de que nada de lo que entra en una persona puede contaminarla? Porque no entra en su corazón, sino en su estómago, y después va a dar a la letrina. Con esto Jesús declaraba limpios todos los alimentos.
  • Y esfuércense por cumplir fielmente el mandamiento y la ley que les ordenó Moisés, siervo del Señor: amen al Señor su Dios, condúzcanse de acuerdo con su voluntad, obedezcan sus mandamientos, manténganse unidos firmemente a él y sírvanle de todo corazón y con todo su ser.
  • Y ahora, Israel, ¿qué te pide el Señor tu Dios? Simplemente que le temas y andes en todos sus caminos, que lo ames y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma, y que cumplas los mandamientos y los preceptos que hoy te manda cumplir, para que te vaya bien.
  • Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad;
    tu ley la llevo dentro de mí.
  • Así dice el Señor Todopoderoso:
    “Juzguen con verdadera justicia;
    muestren amor y compasión
    los unos por los otros.
    No opriman a las viudas ni a los huérfanos,
    ni a los extranjeros ni a los pobres.
    No maquinen el mal en su corazón
    los unos contra los otros”.
  • Cobren ánimo y ármense de valor,
    todos los que en el Señor esperan.
  • Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón.
  • Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios.
  • En los que fraguan el mal habita el engaño,
    pero hay gozo para los que promueven la paz.
  • Al fracaso lo precede la soberbia humana;
    a los honores los precede la humildad.
  • Luego añadió: —Lo que sale de la persona es lo que la contamina. Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona.
  • Les di de comer, y quedaron saciados,
    y una vez satisfechos, se volvieron arrogantes
    y se olvidaron de mí.
  • ¡Anda, come tu pan con alegría! ¡Bebe tu vino con buen ánimo, que Dios ya se ha agradado de tus obras!
  • La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.
  • Si no me hacen caso ni se deciden a honrar mi nombre —dice el Señor Todopoderoso—, les enviaré una maldición, y maldeciré sus bendiciones. Ya las he maldecido, porque ustedes no se han decidido a honrarme.
  • Sean, pues, aceptables ante ti
    mis palabras y mis pensamientos,
    oh Señor, roca mía y redentor mío.
  • Si alguien se cree religioso, pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada.
  • Al necio no le complace el discernimiento;
    tan solo hace alarde de su propia opinión.
  • Reconoce y considera seriamente hoy que el Señor es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro.
  • Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?
  • Sin embargo, como está escrito:
    «Ningún ojo ha visto,
    ningún oído ha escuchado,
    ninguna mente humana ha concebido
    lo que Dios ha preparado para quienes lo aman».

Versículo de la Biblia del día

El necio desdeña la corrección de su padre;
el que la acepta demuestra prudencia.

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