- Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.
- Pero el Señor es fiel, y él los fortalecerá y los protegerá del maligno.
- Muchas son las angustias del justo,
pero el Señor lo librará de todas ellas. - El corazón del hombre traza su rumbo,
pero sus pasos los dirige el Señor. - El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo.
- Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo de nuevo el mundo y vuelvo al Padre.
- Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
- El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley.
- Y no nos dejes caer en tentación,
sino líbranos del maligno. - Los preceptos del Señor son rectos:
traen alegría al corazón.
El mandamiento del Señor es claro:
da luz a los ojos. - Tengo sed de Dios, del Dios de la vida.
¿Cuándo podré presentarme ante Dios? - La angustia abate el corazón del hombre,
pero una palabra amable lo alegra. - El corazón humano genera muchos proyectos,
pero al final prevalecen los designios del Señor. - La ley del Señor es perfecta:
infunde nuevo aliento.
El mandato del Señor es digno de confianza:
da sabiduría al sencillo. - Los chismes son deliciosos manjares;
penetran hasta lo más íntimo del ser. - Defiendan la causa del huérfano y del desvalido;
al pobre y al oprimido háganles justicia. - Aunque uno se aparte del temor al Todopoderoso,
el amigo no le niega su lealtad. - El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor;
conocer al Santo es tener discernimiento. - Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén.
- Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.
- Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse.
- El temor del Señor es el principio del conocimiento;
los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. - A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles.
- Que la gracia del Señor Jesucristo sea con su espíritu.
- El justo se ve coronado de bendiciones,
pero la boca del malvado encubre violencia.