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Versículos de la Biblia sobre 'Mía'

  • Toda tú eres hermosa, amada mía,
    y no hay defecto en ti.
  • Bendice, alma mía, al Señor,
    y bendiga todo mi ser su santo nombre.
  • Jesús entonces les respondió y dijo: Mi enseñanza no es mía, sino del que me envió.
  • ¿Por qué te abates, alma mía,
    y por qué te turbas dentro de mí?
    Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez.
    ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!
  • Yo te amo, Señor, fortaleza mía.
    El Señor es mi roca, mi baluarte y mi libertador;
    mi Dios, mi roca en quien me refugio;
    mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable.
  • Como el ciervo anhela las corrientes de agua,
    así suspira por ti, oh Dios, el alma mía.
  • Alma mía, espera en silencio solamente en Dios,
    pues de Él viene mi esperanza.
  • Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti,
    oh Señor, roca mía y redentor mío.
  • Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagare, dice el Señor.
  • Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra.
  • El que habita al abrigo del Altísimo
    morará a la sombra del Omnipotente.
    Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía,
    mi Dios, en quien confío.
  • Yo dije al Señor: Tú eres mi Señor;
    ningún bien tengo fuera de ti.
  • Porque anhelo veros para impartiros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; es decir, para que cuando esté entre vosotros nos confortemos mutuamente, cada uno por la fe del otro, tanto la vuestra como la mía.
  • Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca.
  • Por eso os digo: todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.
  • Me invocaréis, y vendréis a rogarme, y yo os escucharé.
  • Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón.
  • He aquí, yo soy el Señor, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para mí?
  • Sáname, oh Señor, y seré sanado;
    sálvame y seré salvo,
    porque tú eres mi alabanza.
  • Porque yo he de satisfacer al alma cansada y he de saciar a toda alma atribulada.
  • Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces.
  • Pero en tu gran compasión no los
    exterminaste ni los abandonaste,
    porque tú eres un Dios clemente y compasivo.
  • ¡Ah, Señor Dios! He aquí, tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; nada es imposible para ti.
  • ¿Podrá alguno esconderse en escondites
    de modo que yo no lo vea? —declara el Señor.
    ¿No lleno yo los cielos y la tierra? —declara el Señor.
  • «Regresa, infiel Israel» —declara el Señor—,
    «no te miraré con ira,
    porque soy misericordioso» —declara el Señor—;
    «no guardaré rencor para siempre.»
  • «Porque yo sé los planes que tengo para vosotros» —declara el Señor— «planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza.»
  • Cuando comían sus pastos, se saciaron,
    y al estar saciados, se ensoberbeció su corazón;
    por tanto, se olvidaron de mí.
  • Pues de ambos lados me siento apremiado, teniendo el deseo de partir y estar con Cristo, pues eso es mucho mejor; y sin embargo, continuar en la carne es más necesario por causa de vosotros.
  • Mientras comían, Jesús tomó pan, y habiéndolo bendecido, lo partió, y dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
  • Sino que esto es lo que les mandé, diciendo: «Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y andaréis en todo camino que yo os envíe para que os vaya bien».
  • Más engañoso que todo, es el corazón,
    y sin remedio;
    ¿quién lo comprenderá?
    Yo, el Señor, escudriño el corazón,
    pruebo los pensamientos,
    para dar a cada uno según sus caminos,
    según el fruto de sus obras.
  • Así dice el Señor:
    Paraos en los caminos y mirad,
    y preguntad por los senderos antiguos
    cuál es el buen camino, y andad por él;
    y hallaréis descanso para vuestras almas.
    Pero dijeron: «No andaremos en él.»
  • También les dijo: Id, comed de la grosura, bebed de lo dulce, y mandad raciones a los que no tienen nada preparado; porque este día es santo para nuestro Señor. No os entristezcáis, porque la alegría del Señor es vuestra fortaleza.
  • Bendito es el hombre que confía en el Señor,
    cuya confianza es el Señor.
    Será como árbol plantado junto al agua,
    que extiende sus raíces junto a la corriente;
    no temerá cuando venga el calor,
    y sus hojas estarán verdes;
    en año de sequía no se angustiará
    ni cesará de dar fruto.
  • Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que uno murió por todos, por consiguiente, todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
  • Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos.
  • Porque si en verdad enmendáis vuestros caminos y vuestras obras, si en verdad hacéis justicia entre el hombre y su prójimo, y no oprimís al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni derramáis sangre inocente en este lugar, ni andáis en pos de otros dioses para vuestra propia ruina, entonces os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre.
  • Porque las costumbres de los pueblos son vanidad;
    pues un leño del bosque es cortado,
    lo trabajan las manos de un artífice con la azuela;
    con plata y oro lo adornan,
    con clavos y martillos lo aseguran
    para que no se mueva.
    Como los espantapájaros de un pepinar,
    sus ídolos no hablan;
    tienen que ser transportados,
    porque no andan.
    No les tengáis miedo,
    porque no pueden hacer ningún mal,
    ni tampoco hacer bien alguno.