- El insolente no tiene el alma recta,
pero el justo vivirá por su fe. - También esto viene del Señor Todopoderoso,
admirable por su consejo
y magnífico por su sabiduría. - En aquel día se dirá:
«Alaben al Señor, invoquen su nombre;
den a conocer entre los pueblos sus obras;
proclamen la grandeza de su nombre.» - Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo.
- A los justos los guía su integridad;
a los falsos los destruye su hipocresía. - En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia.
- El Señor te bendiga y te guarde;
el Señor te mire con agrado
y te extienda su amor;
el Señor te muestre su favor
y te conceda la paz. - Más valen dos que uno,
porque obtienen más fruto de su esfuerzo. - El hermano de condición humilde debe sentirse orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su humilde condición. El rico pasará como la flor del campo.
- Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo.
- El necio da rienda suelta a su ira,
pero el sabio sabe dominarla. - Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte.
- Los labios del necio son causa de contienda;
su boca incita a la riña. - El Señor afirma los pasos del hombre
cuando le agrada su modo de vivir. - Espero al Señor, lo espero con toda el alma;
en su palabra he puesto mi esperanza. - Con su riqueza el rico pone a salvo su vida,
pero al pobre no hay ni quien lo amenace. - Grande es el Señor, y digno de toda alabanza;
su grandeza es insondable. - Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra.
- Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él.
- Porque no fue su espada la que conquistó la tierra,
ni fue su brazo el que les dio la victoria:
fue tu brazo, tu mano derecha;
fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas. - Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.
- Dios el Señor hizo ropa de pieles para el hombre y su mujer, y los vistió.
- Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida!
- ¡Alaben al Señor porque él es bueno,
y su gran amor perdura para siempre! - Tal como salió del vientre de su madre, así se irá: desnudo como vino al mundo, y sin llevarse el fruto de tanto trabajo.