Versículos de la Biblia sobre 'Su'
- No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca.
- Recurran al Señor y a su fuerza;
busquen siempre su rostro. - El que refrena su lengua protege su vida,
pero el ligero de labios provoca su ruina. - ¡Refúgiense en el Señor y en su fuerza,
busquen siempre su presencia! - Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo.
- El Señor fortalece a su pueblo;
el Señor bendice a su pueblo con la paz. - El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo. La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa.
- Envió su palabra para sanarlos,
y así los rescató del sepulcro. - El que se aferre a su propia vida, la perderá, y el que renuncie a su propia vida por mi causa, la encontrará.
- Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».
- Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.
- Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará.
- Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo.
- Esta es la oración al Dios de mi vida:
que de día el Señor mande su amor,
y de noche su canto me acompañe. - En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo.
- El hijo sabio es la alegría de su padre;
el hijo necio es el pesar de su madre. - Pero, en vista de tanta inmoralidad, cada hombre debe tener su propia esposa, y cada mujer su propio esposo.
- Canten a Dios, canten salmos a su nombre;
aclamen a quien cabalga por las estepas,
y regocíjense en su presencia.
¡Su nombre es el Señor!
Padre de los huérfanos y defensor de las viudas
es Dios en su morada santa. - Solo el de conducta intachable,
que practica la justicia
y de corazón dice la verdad;
que no calumnia con la lengua,
que no le hace mal a su prójimo
ni le acarrea desgracias a su vecino. - Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio la salvará.
- Si alguien se cree religioso, pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada.
- Dios construye su excelso palacio en el cielo
y pone su cimiento en la tierra,
llama a las aguas del mar
y las derrama sobre la superficie de la tierra:
su nombre es el Señor. - Y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí.
- Porque solo un instante dura su enojo,
pero toda una vida su bondad.
Si por la noche hay llanto,
por la mañana habrá gritos de alegría. - Alaba, alma mía, al Señor;
alabe todo mi ser su santo nombre. - El insolente no tiene el alma recta,
pero el justo vivirá por su fe. - También esto viene del Señor Todopoderoso,
admirable por su consejo
y magnífico por su sabiduría. - En aquel día se dirá:
«Alaben al Señor, invoquen su nombre;
den a conocer entre los pueblos sus obras;
proclamen la grandeza de su nombre.» - Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.
- Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo.
- A los justos los guía su integridad;
a los falsos los destruye su hipocresía. - En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia.
- El Señor te bendiga y te guarde;
el Señor te mire con agrado
y te extienda su amor;
el Señor te muestre su favor
y te conceda la paz. - Más valen dos que uno,
porque obtienen más fruto de su esfuerzo. - El hermano de condición humilde debe sentirse orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su humilde condición. El rico pasará como la flor del campo.
- Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo.
- El necio da rienda suelta a su ira,
pero el sabio sabe dominarla. - Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte.
- Los labios del necio son causa de contienda;
su boca incita a la riña. - El Señor afirma los pasos del hombre
cuando le agrada su modo de vivir. - Espero al Señor, lo espero con toda el alma;
en su palabra he puesto mi esperanza. - Con su riqueza el rico pone a salvo su vida,
pero al pobre no hay ni quien lo amenace. - Grande es el Señor, y digno de toda alabanza;
su grandeza es insondable. - Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra.
- Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él.
- Porque no fue su espada la que conquistó la tierra,
ni fue su brazo el que les dio la victoria:
fue tu brazo, tu mano derecha;
fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas. - Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.
- Dios el Señor hizo ropa de pieles para el hombre y su mujer, y los vistió.
- Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida!
- ¡Alaben al Señor porque él es bueno,
y su gran amor perdura para siempre!