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Versículos de la Biblia sobre 'Creo en ti'

  • Y Dios creó al ser humano a su imagen;
    lo creó a imagen de Dios;
    hombre y mujer los creó.
  • Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.
  • Protégeme, oh Dios,
    porque en ti busco refugio.
  • Toda tú eres bella, amada mía;
    no hay en ti defecto alguno.
  • En el principio Dios creó los cielos y la tierra. La tierra no tenía forma y estaba vacía, las tinieblas cubrían el abismo y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.
  • Al de carácter firme
    lo guardarás en perfecta paz,
    porque en ti confía.
  • Quiero alegrarme y regocijarme en ti
    y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.
  • En ti, Señor, busco refugio;
    jamás permitas que me avergüencen.
    Por tu justicia, líbrame.
  • Porque el Señor tu Dios, está en medio de ti
    como poderoso guerrero que salva.
    Se deleitará en ti con gozo,
    te renovará con su amor,
    se alegrará por ti con cantos.
  • En ti confían los que conocen tu nombre,
    porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan.
  • Por la mañana hazme saber de tu gran amor,
    porque en ti he puesto mi confianza.
    Señálame el camino que debo seguir,
    porque a ti elevo mi alma.
  • Encamíname en tu verdad.
    Y enséñame,
    porque tú eres mi Dios y mi salvación.
    ¡En ti pongo mi esperanza todo el día!
  • Sí, en ti esperamos, Señor,
    y en la senda de tus juicios;
    tu nombre y tu memoria
    son el deseo de nuestra vida.
  • ¿No han leído —respondió Jesús— que en el principio el Creador “los creó hombre y mujer” y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos llegarán a ser uno solo”? Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
  • ¡Cuán grande es tu bondad!
    La reservas para los que te temen,
    y a la vista de la gente la derramas
    sobre los que en ti se refugian.
  • ¿A quién tengo en el cielo sino a ti?
    Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra.
  • Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, en amor, fe y pureza.
  • En mi corazón atesoro tus dichos
    para no pecar contra ti.
  • Toda buena dádiva y toda perfecta bendición descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y quien no cambia ni se mueve como las sombras.
  • Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa.
  • En efecto, toda la Ley se resume en un solo mandamiento: «Ama a tu prójimo como a ti mismo».
  • Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador.
  • El Señor te bendiga
    y te guarde;
    el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti
    y te extienda su amor;
    el Señor mueva su rostro hacia ti
    y te conceda la paz.
  • Pon la mirada en lo que tienes delante;
    fija la vista en lo que está frente a ti.
  • Pero al principio de la creación Dios “los creó hombre y mujer”. “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos llegarán a ser uno solo”. Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
  • Que tu gran amor, Señor, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.
  • Hacia ti extiendo las manos;
    me haces falta, como el agua a la tierra seca. Selah
  • El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
  • Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Aun si peca contra ti siete veces en un día, y siete veces regresa a decirte que se arrepiente, perdónalo.
  • ¿Acaso no lo sabes?
    ¿Acaso no te has enterado?
    El Señor es el Dios eterno,
    creador de los confines de la tierra.
    No se cansa ni se fatiga
    y su inteligencia es insondable.
  • Ante ti, Señor, están todos mis deseos;
    no te son un secreto mis suspiros.
  • Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú.
    Fuera de ti, no poseo bien alguno».
  • «Aunque cambien de lugar las montañas
    y se tambaleen las colinas,
    no cambiará mi fiel amor por ti
    ni vacilará mi pacto de paz»,
    dice el Señor, que de ti se compadece.
  • De ti proceden la riqueza y el honor;
    tú lo gobiernas todo.
    En tus manos están la fuerza y el poder;
    y eres tú quien engrandece y fortalece a todos.
  • Aleja de tu boca la perversidad;
    aparta de tus labios las palabras corruptas.
  • ¡Levántate y resplandece que tu luz ha llegado!
    ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!
  • El Señor dice:
    «Yo te instruiré,
    yo te mostraré el camino que debes seguir;
    yo te daré consejos y velaré por ti.»
  • ¡Alégrate mucho, hija de Sión!
    ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén!
    Mira, tu rey viene hacia ti,
    justo, victorioso y humilde.
    Viene montado en un burro,
    en un burrito, cría de asna.
  • Reconoce en tu corazón que, así como un padre disciplina a su hijo, también el Señor tu Dios te disciplina a ti.
  • El segundo es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más importante que estos.
  • Porque los mandamientos que dicen: «No cometas adulterio», «no mates», «no robes», «no codicies», y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: «Ama a tu prójimo como a ti mismo».
  • Sean, pues, aceptables ante ti
    mis palabras y mis meditaciones
    oh Señor, mi roca y mi redentor.
  • Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.
  • El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes.
  • A ti, Señor, elevo mi clamor desde lo más profundo de mi ser.
    Escucha, Señor, mi voz.
    Estén atentos tus oídos
    a mi voz suplicante.
  • «No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti;
    toda lengua que te acuse tú la refutarás.
    Esta es la herencia de los siervos del Señor,
    la justicia que de mí procede»,
    afirma el Señor.
  • Abba, Padre, todo es posible para ti. No me hagas beber este trago amargo; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.
  • Oh Dios, tú eres mi Dios;
    yo te busco intensamente.
    Mi alma tiene sed de ti;
    todo mi ser te anhela,
    cual tierra seca, sedienta y sin agua.
  • Pero ¿quién soy yo y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido.
  • ¡Ah, mi Señor y Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible.