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Cuán (2/4)

  • Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: —Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces —le contestó Jesús—.
  • Tuyos son, Señor,
    la grandeza y el poder,
    la gloria, la victoria y la majestad.
    Tuyo es todo cuanto hay
    en el cielo y en la tierra.
    Tuyo también es el reino,
    y tú estás por encima de todo.
  • ¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él.
  • Dichoso el hombre
    que no sigue el consejo de los malvados,
    ni se detiene en la senda de los pecadores
    ni cultiva la amistad de los blasfemos.
  • Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.
  • Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
  • El Espíritu del Señor está sobre mí,
    por cuanto me ha ungido
    para anunciar buenas nuevas a los pobres.
    Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos
    y dar vista a los ciegos,
    a poner en libertad a los oprimidos.
  • En cuanto a ustedes, la unción que de él recibieron permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Esa unción es auténtica —no es falsa— y les enseña todas las cosas. Permanezcan en él, tal y como él les enseñó.
  • Cuando cruces las aguas,
    yo estaré contigo;
    cuando cruces los ríos,
    no te cubrirán sus aguas;
    cuando camines por el fuego,
    no te quemarás ni te abrasarán las llamas.
  • Si esto es así, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente!
  • Pero la transgresión de Adán no puede compararse con la gracia de Dios. Pues, si por la transgresión de un solo hombre murieron todos, ¡cuánto más el don que vino por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, abundó para todos!
  • El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí,
    por cuanto me ha ungido
    para anunciar buenas nuevas a los pobres.
    Me ha enviado a sanar los corazones heridos,
    a proclamar liberación a los cautivos
    y libertad a los prisioneros.
  • Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y, cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno.
  • Dichosos ustedes cuando los odien,
    cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien
    por causa del Hijo del hombre.
  • Aun cuando un ejército me asedie,
    no temerá mi corazón;
    aun cuando una guerra estalle contra mí,
    yo mantendré la confianza.
  • En cuanto a las mujeres, quiero que ellas se vistan decorosamente, con modestia y recato, sin peinados ostentosos, ni oro, ni perlas ni vestidos costosos. Que se adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan servir a Dios.
  • Y oí a cuanta criatura hay en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, a todos en la creación, que cantaban: «¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!»
  • Señor, tú me examinas,
    tú me conoces.
    Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto;
    aun a la distancia me lees el pensamiento.
  • Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad;
    por eso se levanta para mostrarles compasión.
    Porque el Señor es un Dios de justicia.
    ¡Dichosos todos los que en él esperan!
  • Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón.
  • Te alabaré con integridad de corazón,
    cuando aprenda tus justos juicios.
  • El Señor afirma los pasos del hombre
    cuando le agrada su modo de vivir.
  • No me llega aún la palabra a la lengua
    cuando tú, Señor, ya la sabes toda.
  • Tengo sed de Dios, del Dios de la vida.
    ¿Cuándo podré presentarme ante Dios?
  • No bien decía: «Mis pies resbalan»,
    cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda.

Cuando en mí la angustia iba en aumento,
tu consuelo llenaba mi alma de alegría.
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Versículo de la Biblia del día

Temer a los hombres resulta una trampa,
pero el que confía en el Señor sale bien librado.

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Versículo de la Biblia al Azar

Porque, si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.Siguiente versículo!Con imagen

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