Versículos de la Biblia sobre 'Cuán'
- ¡Cuán bueno y cuán agradable es
que los hermanos convivan en armonía! - ¡Cuán dichoso es el hombre a quien Dios corrige!
No menosprecies la disciplina del Todopoderoso. - Cuán grande es tu bondad,
que atesoras para los que te temen,
y que a la vista de la gente derramas
sobre los que en ti se refugian. - Es muy grato dar la respuesta adecuada,
y más grato aún cuando es oportuna. - Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella,
el mundo y cuantos lo habitan. - Pero los exhorto a temer al Señor y a servirle fielmente y de todo corazón, recordando los grandes beneficios que él ha hecho en favor de ustedes.
- ¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios!
¡Qué indescifrables sus juicios
e impenetrables sus caminos! - Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.
- Y, cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio.
- Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó;
son como unas cuantas horas de la noche. - Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.
- ¡Cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, está permitido hacer el bien en sábado.
- Dichosos los que van por caminos perfectos,
los que andan conforme a la ley del Señor. - Dichoso aquel
a quien se le perdonan sus transgresiones,
a quien se le borran sus pecados. - ¡Qué hermosos son, sobre los montes,
los pies del que trae buenas nuevas;
del que proclama la paz,
del que anuncia buenas noticias,
del que proclama la salvación,
del que dice a Sión: «Tu Dios reina»! - Prueben y vean que el Señor es bueno;
dichosos los que en él se refugian. - Yo amo al Señor
porque él escucha mi voz suplicante.
Por cuanto él inclina a mí su oído,
lo invocaré toda mi vida. - Dichosos los que guardan sus estatutos
y de todo corazón lo buscan. - ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Dichoso el que teme al Señor,
el que halla gran deleite en sus mandamientos. - De modo que, en cuanto a comer lo sacrificado a los ídolos, sabemos que un ídolo no es absolutamente nada, y que hay un solo Dios.
- Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida!
- Pues, si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!
- Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves!
- En cuanto a mí, jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo.
- ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!
El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador;
es mi Dios, el peñasco en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva,
¡mi más alto escondite!