DailyVerses.netTemasVersículo al AzarRegistrar

Versículos de la Biblia sobre 'Tú eres mi Dios'

  • Enséñame a hacer tu voluntad,
    porque tú eres mi Dios;
    tu buen Espíritu me guíe a tierra firme.
  • Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán.
    Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela
    cual tierra seca y árida donde no hay agua.
  • Oh Señor, tú eres mi Dios;
    te ensalzaré, daré alabanzas a tu nombre,
    porque has hecho maravillas,
    designios concebidos desde tiempos antiguos con toda fidelidad.
  • Tú eres mi escondedero y mi escudo;
    en tu palabra espero.
  • Yo dije al Señor: Tú eres mi Señor;
    ningún bien tengo fuera de ti.
  • Sáname, oh Señor, y seré sanado;
    sálvame y seré salvo,
    porque tú eres mi alabanza.
  • Porque tú eres mi roca y mi fortaleza,
    y por amor de tu nombre me conducirás y me guiarás.
  • Tú eres mi escondedero; de la angustia me preservarás;
    con cánticos de liberación me rodearás. (Selah)
  • Y aconteció que cuando todo el pueblo era bautizado, Jesús también fue bautizado: y mientras Él oraba, el cielo se abrió, y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma, y vino una voz del cielo, que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.
  • Guíame en tu verdad y enséñame,
    porque tú eres el Dios de mi salvación;
    en ti espero todo el día.
  • Toda tú eres hermosa, amada mía,
    y no hay defecto en ti.
  • Mas tú, oh Señor, eres escudo en derredor mío,
    mi gloria, y el que levanta mi cabeza.
  • Pero en tu gran compasión no los
    exterminaste ni los abandonaste,
    porque tú eres un Dios clemente y compasivo.
  • Antes que los montes fueran engendrados,
    y nacieran la tierra y el mundo,
    desde la eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios.
  • Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
  • Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
  • Oh Señor Dios, por eso tú eres grande; pues no hay nadie como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.
  • Mas ahora, oh Señor, tú eres nuestro Padre,
    nosotros el barro, y tú nuestro alfarero;
    obra de tus manos somos todos nosotros.
  • Pues tú, Señor, eres bueno y perdonador,
    abundante en misericordia para con todos los que te invocan.
  • Solo hay un dador de la ley y juez, que es poderoso para salvar y para destruir; pero tú, ¿quién eres que juzgas a tu prójimo?
  • Yo, yo soy vuestro consolador.
    ¿Quién eres tú que temes al hombre mortal,
    y al hijo del hombre que como hierba es tratado?
  • Tú enciendes mi lámpara, oh Señor;
    mi Dios que alumbra mis tinieblas.
  • Ya que eres precioso a mis ojos,
    digno de honra, y yo te amo,
    daré a otros hombres en lugar tuyo,
    y a otros pueblos por tu vida.
  • Te exaltaré mi Dios, oh Rey,
    y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.
  • ¿Quién eres tú para juzgar al criado de otro? Para su propio amo está en pie o cae, y en pie se mantendrá, porque poderoso es el Señor para sostenerlo en pie.
  • Pero yo pondré mis ojos en el Señor,
    esperaré en el Dios de mi salvación;
    mi Dios me oirá.
  • Al Señor cantaré mientras yo viva;
    cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista.
  • En mi angustia invoqué al Señor,
    y clamé a mi Dios;
    desde su templo oyó mi voz,
    y mi clamor delante de Él llegó a sus oídos.
  • Pero tú, Belén Efrata,
    aunque eres pequeña entre las familias de Judá,
    de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel.
    Y sus orígenes son desde tiempos antiguos,
    desde los días de la eternidad.
  • Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
  • Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío;
    tu ley está dentro de mi corazón.
  • ¿Por qué te abates, alma mía,
    y por qué te turbas dentro de mí?
    Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez.
    ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!
  • Yo te amo, Señor, fortaleza mía.
    El Señor es mi roca, mi baluarte y mi libertador;
    mi Dios, mi roca en quien me refugio;
    mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable.
  • Jesús le dijo: Suéltame porque todavía no he subido al Padre; pero ve a mis hermanos, y diles: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».
  • El que habita al abrigo del Altísimo
    morará a la sombra del Omnipotente.
    Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía,
    mi Dios, en quien confío.
  • Y Él le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
  • Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza.
  • Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
    Prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios
    que morar en las tiendas de impiedad.
  • Respondiendo él, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
  • En Dios descansan mi salvación y mi gloria;
    la roca de mi fortaleza, mi refugio, está en Dios.
  • Tú, oh Señor, no retengas tu compasión de mí;
    tu misericordia y tu fidelidad me guarden continuamente.
  • Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.
  • Llena está mi boca de tu alabanza
    y de tu gloria todo el día.
  • Guardarás el día de reposo para santificarlo, como el Señor tu Dios lo ha mandado. Seis días trabajarás y harás todo tu trabajo, mas el séptimo día es día de reposo para el Señor tu Dios; no harás en él ningún trabajo, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguno de tus animales, ni el forastero que está contigo, para que tu siervo y tu sierva también descansen como tú.
  • Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da.
  • Mas yo he sido el Señor tu Dios
    desde la tierra de Egipto;
    no reconocerás a otro dios fuera de mí,
    pues no hay más salvador que yo.
  • Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente;
    ¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?
  • Enséñame, oh Señor, tu camino;
    andaré en tu verdad;
    unifica mi corazón para que tema tu nombre.
  • Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
    conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones.
    Lávame por completo de mi maldad,
    y límpiame de mi pecado.
  • Pero yo cantaré de tu poder;
    sí, gozoso cantaré por la mañana tu misericordia;
    porque tú has sido mi baluarte,
    y un refugio en el día de mi angustia.