Versículos de la Biblia sobre 'Tú eres mi Dios'
- Enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios.
Que tu buen Espíritu me guíe
por un terreno firme. - Encamíname en tu verdad.
Y enséñame,
porque tú eres mi Dios y mi salvación.
¡En ti pongo mi esperanza todo el día! - Oh Dios, tú eres mi Dios;
yo te busco intensamente.
Mi alma tiene sed de ti;
todo mi ser te anhela,
cual tierra seca, sedienta y sin agua. - Señor, tú eres mi Dios;
te exaltaré y alabaré tu nombre
porque has hecho maravillas.
Desde tiempos antiguos
tus planes son fieles y seguros. - Pero tú, Señor, eres el escudo que me protege;
tú eres mi gloria;
tú mantienes en alto mi cabeza. - Tú eres mi escondite y mi escudo;
en tu palabra he puesto mi esperanza. - Sáname, Señor, y seré sanado;
sálvame y seré salvo,
porque tú eres mi alabanza. - Tú eres mi refugio;
tú me protegerás del peligro
y me rodearás con cánticos de liberación. Selah - Pero yo cantaré a tu poder
y por la mañana alabaré tu amor;
porque tú eres mi protector,
mi refugio en momentos de angustia. - El que habita al abrigo del Altísimo
descansará a la sombra del Todopoderoso.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi refugio,
mi fortaleza, el Dios en quien confío». - Un día en que todos acudían a Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado también. Y mientras oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz que desde el cielo decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».
- Guíame, pues eres mi roca y mi fortaleza,
dirígeme por amor a tu nombre. - Toda tú eres bella, amada mía;
no hay en ti defecto alguno. - Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú.
Fuera de ti, no poseo bien alguno». - ¡Qué grande eres, mi Señor y Dios! Nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie como tú y que aparte de ti no hay Dios.
- Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —preguntó Jesús. —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro.
- Tú eres fiel con quien es fiel
e íntegro con quien es íntegro. - Desde antes que nacieran los montes
y que crearas la tierra y el mundo,
desde los tiempos antiguos
y hasta los tiempos postreros,
tú eres Dios. - A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre;
nosotros somos el barro y tú el alfarero.
Todos somos obra de tu mano. - Yo te digo que tú eres Pedro. Sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas de los dominios de la muerte no prevalecerán contra ella.
- Sin embargo, es tal tu compasión que no los destruiste ni abandonaste, porque eres Dios misericordioso y compasivo.
- Tú, Señor, eres bueno y perdonador;
tu gran amor se derrama sobre todos los que te invocan. - Te exaltaré, mi Dios y rey;
por siempre bendeciré tu nombre. - No hay más que un solo Legislador y Juez, aquel que puede salvar y destruir. Tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?
- Soy yo mismo el que los consuela.
¿Quién eres tú, que temes a los hombres,
a simples mortales, que no son más que hierba? - Pero ¿quién soy yo y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido.
- ¡Cantaré al Señor toda mi vida!
¡Cantaré salmos a mi Dios mientras exista! - Que tú, Señor, eres todo amor;
que tú pagarás a cada uno
según lo que merezcan sus obras. - Porque eres precioso a mis ojos
y digno de honra, yo te amo.
A cambio de ti entregaré pueblos;
a cambio de tu vida entregaré naciones. - Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor;
yo espero en el Dios de mi salvación.
¡Mi Dios me escuchará! - Acuérdate, Señor, de tu misericordia y gran amor,
que siempre me has mostrado.
Olvida los pecados y las transgresiones
que cometí en mi juventud.
Acuérdate de mí según tu gran amor,
porque tú, Señor, eres bueno. - ¿Quién eres tú para juzgar al siervo de otro? Que se mantenga firme o que caiga es asunto de su propio señor. Y se mantendrá firme, porque el Señor tiene poder para sostenerlo.
- En mi angustia invoqué al Señor;
clamé a mi Dios por ayuda.
Él me escuchó desde su Templo;
¡mi clamor llegó a sus oídos! - Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad;
tu Ley la llevo dentro de mí. - ¿Por qué estás tan abatida, alma mía?
¿Por qué estás angustiada?
En Dios pondré mi esperanza
y lo seguiré alabando.
¡Él es mi salvación y mi Dios! - De ti proceden la riqueza y el honor;
tú lo gobiernas todo.
En tus manos están la fuerza y el poder;
y eres tú quien engrandece y fortalece a todos. - Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida;
tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. - Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.
- ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!
El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador;
es mi Dios, la roca en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva,
¡mi más alto escondite! - “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” —respondió Jesús—.
- Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
- Jesús le dijo: —No me detengas, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”.
- Vale más pasar un día en tus atrios
que mil fuera de ellos;
prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios
que habitar entre los malvados. - ¡Ah, mi Señor y Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible.
- Mi boca rebosa de tu alabanza
y todo el día proclama tu grandeza. - Como respuesta el hombre citó: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
- Ten piedad de mí, oh Dios,
conforme a tu gran amor;
conforme a tu misericordia,
borra mis transgresiones.
Lávame de toda mi maldad
y límpiame de mi pecado. - Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.
- Dios es mi salvación y mi gloria;
es la roca que me fortalece;
mi refugio está en Dios. - Adora al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. Yo apartaré de ustedes toda enfermedad.