- Pon la mirada en lo que tienes delante;
fija la vista en lo que está frente a ti. - El Señor cumplirá en mí su propósito.
Tu gran amor, Señor, perdura para siempre;
¡no abandones la obra de tus manos! - Sí, en ti esperamos, Señor,
y en la senda de tus juicios;
tu nombre y tu memoria
son el deseo de nuestra vida. - A ti, Señor, elevo mi clamor
desde las profundidades del abismo.
Escucha, Señor, mi voz.
Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. - Que refrene su lengua de hablar el mal
y sus labios de proferir engaños. - Obedece sus preceptos y normas que hoy te mando cumplir. De este modo a ti y a tus descendientes les irá bien, y permanecerán mucho tiempo en la tierra que el Señor su Dios les da para siempre.
- Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
- Vale más pasar un día en tus atrios
que mil fuera de ellos;
prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios
que habitar entre los impíos. - Mi vida entera está en tus manos;
líbrame de mis enemigos y perseguidores. - Señor, tú eres mi Dios;
te exaltaré y alabaré tu nombre
porque has hecho maravillas.
Desde tiempos antiguos
tus planes son fieles y seguros. - Aleja de tu boca la perversidad;
aparta de tus labios las palabras corruptas. - Tú creaste mis entrañas;
me formaste en el vientre de mi madre.
¡Te alabo porque soy una creación admirable!
¡Tus obras son maravillosas,
y esto lo sé muy bien! - Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
- No seas sabio en tu propia opinión;
más bien, teme al Señor y huye del mal.
Esto infundirá salud a tu cuerpo
y fortalecerá tu ser. - Cuando en mí la angustia iba en aumento,
tu consuelo llenaba mi alma de alegría. - Como respuesta el hombre citó: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
- Regresa y dile a Ezequías, gobernante de mi pueblo, que así dice el Señor, Dios de su antepasado David: “He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte, y en tres días podrás subir al templo del Señor.”
- Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
- Encomienda al Señor tus afanes,
y él te sostendrá;
no permitirá que el justo caiga
y quede abatido para siempre. - Cuando hagas un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque a Dios no le agradan los necios. Cumple tus votos.
- Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.
- ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho,
y dejar de amar al hijo que ha dado a luz?
Aun cuando ella lo olvidara,
¡yo no te olvidaré!
Grabada te llevo en las palmas de mis manos;
tus muros siempre los tengo presentes. - Te humilló y te hizo pasar hambre, pero luego te alimentó con maná, comida que ni tú ni tus antepasados habían conocido, con lo que te enseñó que no solo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del Señor.
- Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó;
son como unas cuantas horas de la noche. - Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de buena salud, así como prosperas espiritualmente.