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Versículos de la Biblia sobre 'Manos'

  • Que el favor del Señor nuestro Dios
    esté sobre nosotros.
    Confirma en nosotros la obra de nuestras manos;
    sí, confirma la obra de nuestras manos.
  • Así que después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron.
  • Hacia ti extiendo las manos;
    me haces falta, como el agua a la tierra seca. Selah
  • Entonces Jesús exclamó con fuerza: —¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró.
  • El Señor cumplirá en mí su propósito.
    Tu gran amor, Señor, perdura para siempre;
    ¡no abandones la obra de tus manos!
  • Mi vida entera está en tus manos;
    líbrame de mis enemigos y perseguidores.
  • Tu amor es mejor que la vida;
    por eso mis labios te alabarán.
    Te bendeciré mientras viva,
    y alzando mis manos te invocaré.
  • Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes los inconstantes, purifiquen su corazón!
  • El de manos diligentes gobernará;
    pero el perezoso será subyugado.
  • Pon en manos del Señor todas tus obras,
    y tus proyectos se cumplirán.
  • Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo. Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo.
  • El Señor ama a los que odian el mal;
    él protege la vida de sus fieles,
    y los libra de manos de los impíos.
  • Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento proclama la obra de sus manos.
    Un día transmite al otro la noticia,
    una noche a la otra comparte su saber.
  • De hecho, sabemos que, si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas.
  • Al oír esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Cuando Pablo les impuso las manos, el Espíritu Santo vino sobre ellos, y empezaron a hablar en lenguas y a profetizar.
  • No está aquí; ¡ha resucitado! Recuerden lo que les dijo cuando todavía estaba con ustedes en Galilea: “El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, pero al tercer día resucitará”.
  • ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho,
    y dejar de amar al hijo que ha dado a luz?
    Aun cuando ella lo olvidara,
    ¡yo no te olvidaré!
    Grabada te llevo en las palmas de mis manos;
    tus muros siempre los tengo presentes.
  • No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor.
  • De ti proceden la riqueza y el honor;
    tú lo gobiernas todo.
    En tus manos están la fuerza y el poder,
    y eres tú quien engrandece y fortalece a todos.
  • Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. No volvamos a poner los fundamentos, tales como el arrepentimiento de las obras que conducen a la muerte, la fe en Dios, la instrucción sobre bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno.
  • ¡Ay del que contiende con su Hacedor!
    ¡Ay del que no es más que un tiesto
    entre los tiestos de la tierra!
    ¿Acaso el barro le reclama al alfarero:
    «¡Fíjate en lo que haces!
    ¡Tu vasija no tiene agarraderas!»?
  • Muy bien —le contestó el Señor—. Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a él no le pongas la mano encima. Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del Señor.
  • Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: —Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios. Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente: —Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado. —¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? Cuando razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía.
  • Las costumbres de los pueblos
    no tienen valor alguno.
    Cortan un tronco en el bosque,
    y un artífice lo labra con un cincel.
    Lo adornan con oro y plata,
    y lo afirman con clavos y martillo
    para que no se tambalee.
    Sus ídolos no pueden hablar;
    ¡parecen espantapájaros
    en un campo sembrado de melones!
    Tienen que ser transportados,
    porque no pueden caminar.
    No les tengan miedo,
    que ningún mal pueden hacerles,
    pero tampoco ningún bien.

Versículo de la Biblia del día

Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo.

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Versículo de la Biblia al Azar

Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.Siguiente versículo!Con imagen

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