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Versículos de la Biblia sobre 'Soy'

  • Ustedes me llaman Maestro y Señor y dicen bien, porque lo soy.
  • Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.
  • Porque yo soy el Señor tu Dios,
    que sostiene tu mano derecha;
    yo soy quien te dice:
    “No temas, yo te ayudaré”.
  • Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Podrá entrar y salir con libertad y hallará pastos.
  • Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
  • Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí?
  • Yo soy el camino, la verdad y la vida —contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.
  • Yo soy el Señor su Dios. Sigan mis estatutos, obedezcan mis leyes y observen mis sábados como días consagrados a mí, como señal entre ustedes y yo, para que reconozcan que yo soy el Señor su Dios.
  • Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios.
    ¡Seré exaltado entre las naciones!
    ¡Seré enaltecido en la tierra!
  • Obedezcan mis mandamientos y pónganlos por obra. Yo soy el Señor.
  • Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
  • Sean ustedes santos porque yo, el Señor, soy santo y los he distinguido entre las demás naciones, para que sean míos.
  • Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.
  • Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —preguntó Jesús. —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro.
  • Soy yo mismo el que los consuela.
    ¿Quién eres tú, que temes a los hombres,
    a simples mortales, que no son más que hierba?
  • Observen mis sábados y muestren reverencia por mi santuario. Yo soy el Señor.
  • De esta manera mostraré mi grandeza y mi santidad; me daré a conocer ante muchas naciones. Entonces sabrán que yo soy el Señor.
  • Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.
  • Una vez más Jesús se dirigió a la gente y dijo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.
  • “¡Vuelve, apóstata Israel!
    No te miraré con ira”,
    afirma el Señor.
    “No te guardaré rencor para siempre,
    porque soy misericordioso”,
    afirma el Señor.
  • Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne y lo daré para que el mundo viva.
  • Señor, escucha mi oración,
    atiende a mi clamor;
    no te desentiendas de mi llanto.
    Ante ti soy un extranjero,
    alguien que está de paso, como todos mis antepasados.
  • Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo».
  • Pero yo soy el Señor tu Dios
    desde que estabas en Egipto.
    No conocerás a otro dios fuera de mí
    ni hay otro salvador que no sea yo.
  • Así que no temas, porque yo estoy contigo;
    no te angusties, porque yo soy tu Dios.
    Te fortaleceré y te ayudaré;
    te sostendré con la diestra de mi justicia.
  • Entonces Jesús dijo: —Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?
  • Yo soy el Señor su Dios. Si escuchan mi voz y hacen lo que yo considero justo, y si cumplen mis mandamientos y estatutos, no traeré sobre ustedes ninguna de las enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el Señor que les devuelve la salud.
  • Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía.
  • Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.
  • Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios; si poseo todo conocimiento, si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada.
  • Pero ¿quién soy yo y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido.
  • Yo fortaleceré a Judá
    y salvaré a las tribus de José.
    Yo los restauraré
    porque tengo compasión de ellos.
    Será como si nunca los hubiera rechazado,
    porque yo soy el Señor su Dios,
    y les responderé.
  • Los discípulos, al verlo caminar sobre el agua, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, llenos de miedo por lo que veían. Pero él habló enseguida con ellos y les dijo: «¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo».
  • Daré a conocer la grandeza de mi santo nombre, el cual ha sido profanado entre las naciones, el mismo que ustedes han profanado entre ellas. Cuando dé a conocer mi santidad entre ustedes, las naciones sabrán que yo soy el Señor, afirma el Señor y Dios.
  • Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido.
  • ¿Quién realizó esto? ¿Quién lo hizo posible?
    ¿Quién llamó a las generaciones desde el principio?
    Yo, el Señor, estoy con los primeros
    y estaré con los últimos.
  • «¿Podrá el hombre hallar un escondite
    donde yo no pueda encontrarlo?»,
    afirma el Señor.
    «¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra?»,
    afirma el Señor.
  • Tú creaste mis entrañas;
    me formaste en el vientre de mi madre.
    ¡Te alabo porque soy una creación admirable!
    ¡Tus obras son maravillosas
    y esto lo sé muy bien!
  • No alimentes en tu corazón odios contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado. No seas vengativo con tu prójimo ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.
  • En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”.
  • Yo los bautizo a ustedes con agua como señal de su arrepentimiento. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo y ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
  • Me deleito mucho en el Señor;
    me regocijo en mi Dios.
    Porque él me vistió con ropas de salvación
    y me cubrió con el manto de la justicia.
    Soy semejante a un novio que luce su diadema
    o una novia adornada con sus joyas.
  • Que nadie al ser tentado diga: «Es Dios quien me tienta». Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie.
  • El Señor es mi fuerza y mi escudo;
    mi corazón en él confía;
    de él recibo ayuda.
    Mi corazón salta de alegría,
    y con cánticos le daré gracias.
  • He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.