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Años (2/4)

  • El de manos diligentes gobernará;
    pero el perezoso será subyugado.
  • Pon en manos del Señor todas tus obras,
    y tus proyectos se cumplirán.
  • Hacia ti extiendo las manos;
    me haces falta, como el agua a la tierra seca. Selah
  • Piensa bien lo que le dirás,
    y vuélvete al Señor con este ruego:
    «Perdónanos nuestra perversidad,
    y recíbenos con benevolencia,
    pues queremos ofrecerte
    el fruto de nuestros labios.»
  • ¡Cuán bueno y cuán agradable es
    que los hermanos convivan en armonía!
  • Al oír esto, Jesús les contestó: —No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos.
  • La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es esta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo.
  • Este es mi pacto con ustedes: Nunca más serán exterminados los seres humanos por un diluvio; nunca más habrá un diluvio que destruya la tierra.
  • Entonces Jesús exclamó con fuerza: —¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró.
  • El Señor ama a los que odian el mal;
    él protege la vida de sus fieles,
    y los libra de manos de los impíos.
  • La vid se marchitó;
    languideció la higuera;
    se marchitaron los granados,
    las palmeras, los manzanos,
    ¡todos los árboles del campo!
    ¡Y hasta la alegría de la gente acabó por marchitarse!
  • De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
  • Canten a Dios, canten salmos a su nombre;
    aclamen a quien cabalga por las estepas,
    y regocíjense en su presencia.
    ¡Su nombre es el Señor!
    Padre de los huérfanos y defensor de las viudas
    es Dios en su morada santa.
  • El Señor cumplirá en mí su propósito.
    Tu gran amor, Señor, perdura para siempre;
    ¡no abandones la obra de tus manos!
  • Tu amor es mejor que la vida;
    por eso mis labios te alabarán.
    Te bendeciré mientras viva,
    y alzando mis manos te invocaré.
  • Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes los inconstantes, purifiquen su corazón!
  • Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
  • Nada hay tan engañoso como el corazón.
    No tiene remedio.
    ¿Quién puede comprenderlo?
    «Yo, el Señor, sondeo el corazón
    y examino los pensamientos,
    para darle a cada uno según sus acciones
    y según el fruto de sus obras».
  • Les ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y van en contra de lo que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de ellos.
  • Así dice el Señor Todopoderoso:
    “Juzguen con verdadera justicia;
    muestren amor y compasión
    los unos por los otros.
    No opriman a las viudas ni a los huérfanos,
    ni a los extranjeros ni a los pobres.
    No maquinen el mal en su corazón
    los unos contra los otros”.
  • Señor, ¡danos la salvación!
    Señor, ¡concédenos la victoria!
    Bendito el que viene en el nombre del Señor.
    Desde la casa del Señor los bendecimos.
  • En efecto,
    «el que quiera amar la vida
    y gozar de días felices,
    que refrene su lengua de hablar el mal
    y sus labios de proferir engaños;
    que se aparte del mal y haga el bien;
    que busque la paz y la siga.»
  • Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.
  • ¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y, si ha pecado, su pecado se le perdonará.
  • Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo. Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo.

De ti proceden la riqueza y el honor;
tú lo gobiernas todo.
En tus manos están la fuerza y el poder,
y eres tú quien engrandece y fortalece a todos.
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Versículo de la Biblia del día

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos.

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Versículo de la Biblia al Azar

Al oír esto, Jesús le dijo a Jairo: —No tengas miedo; cree nada más, y ella será sanada.Siguiente versículo!Con imagen

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