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Justicia (3/5)

  • Más vale lo poco de un justo
    que la abundancia de muchos malvados;
    porque el brazo de los malvados será quebrado,
    pero el Señor sostendrá a los justos.
  • Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que en su nombre ustedes han demostrado sirviendo a los creyentes, como lo siguen haciendo.
  • En ti, Señor, busco refugio;
    jamás permitas que me avergüencen.
    Por tu justicia, líbrame.
  • Pero vayan y aprendan qué significa esto: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
  • Los labios del justo saben lo que conviene,
    pero de la boca del malvado brota perversidad.
  • Me deleito mucho en el Señor;
    me regocijo en mi Dios.
    Porque él me vistió con ropas de salvación
    y me cubrió con el manto de la justicia.
    Soy semejante a un novio que luce su diadema
    o una novia adornada con sus joyas.
  • No envidies a los violentos
    ni optes por andar en sus caminos.
    Porque el Señor aborrece al perverso,
    pero al íntegro le brinda su amistad.
  • Así dice el Señor de los Ejércitos:
    “Juzguen con verdadera justicia;
    muestren amor y compasión
    los unos por los otros.
    No opriman a las viudas ni a los huérfanos,
    ni a los extranjeros, ni a los pobres.
    No maquinen el mal en su corazón
    los unos contra los otros”.
  • Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados.
  • El Señor es justo en todos sus caminos
    y bondadoso en todas sus obras.
  • «Todo me está permitido», pero no todo es para mi bien. «Todo me está permitido», pero no dejaré que nada me domine.
  • Escucha, Señor, mi oración;
    atiende a mi súplica.
    Por tu fidelidad y tu justicia,
    respóndeme.
  • En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
  • Defiendan la causa del débil y del huérfano;
    háganles justicia al pobre y al oprimido.
  • Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad;
    por eso se levanta para mostrarles compasión.
    Porque el Señor es un Dios de justicia.
    ¡Dichosos todos los que en él esperan!
  • Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una montaña no puede esconderse.
  • Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron hechos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán hechos justos.
  • Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud. Y ustedes saldrán saltando como becerros bien alimentados.
  • Todo el que comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la ley.
  • Y si obedecemos fielmente todos estos mandamientos ante el Señor nuestro Dios, tal como nos lo ha ordenado, entonces seremos justos.
  • No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la Ley, Cristo habría muerto en vano.
  • En cambio, el que no la conoce y hace algo que merezca castigo recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho se le exigirá mucho; y al que se le ha confiado mucho se le pedirá aún más.
  • ¿Quién es sabio?, el que entiende estas cosas;
    ¿quién tiene discernimiento?, el que las comprende.
    Ciertamente son rectos los caminos del Señor:
    en ellos caminan los justos,
    mientras que allí tropiezan los rebeldes.
  • Bueno y justo es el Señor;
    por eso les muestra a los pecadores el camino.
    Él dirige en la justicia a los humildes,
    y les enseña su camino.
  • Todo mi ser te desea por las noches;
    por la mañana mi espíritu te busca.
    Pues, cuando tus juicios llegan a la tierra,
    los habitantes del mundo aprenden lo que es justicia.

Nosotros somos judíos de nacimiento y no “pecadores paganos”. Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras que demanda la Ley, sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en él y no por las obras de la Ley; porque por estas nadie será justificado.
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